Clementino, acaba de jubilarse y vive solo porque enviudo hace muy poco, pero cansado de no acostumbrarse a su soledad decide comprarse un perrito. Entonces visita la veterinaria “Dejá vu”, que está a solo tres cuadras de su casa y mirando hacia las jaulas, observa un pequeño caniche blanco que camina y salta ansioso cada vez que él lo observa. En ese momento sintió que era el indicado, se dirige a consultar a la persona que atiende, quien le informa que hizo una buena elección, que es un perro muy bueno, compañero y cariñoso, ideal para acompañar a cualquier persona.
Clementino siempre se levanta temprano, se prepara el desayuno y le da su alimento a Baltasar, porque así lo bautizó. Todo transcurría bien, salían a pasear todas las mañanas y las tardes, hasta que un día el pequeño caniche comienza a llorar y ladrar todas las noches, motivo que lo preocupo mucho y decide llevarlo a la veterinaria donde lo había comprado. Allí lo atienden, lo revisan y le dicen que lo van a dejar en observación un día, al recibir esa noticia el hombre se va triste a su casa, y esa noche casi no durmió.
A la mañana siguiente, bien temprano, se levanta, desayuna, y se prepara para ir a buscarlo, en el lugar lo atiende una veterinaria, y le dice: -su perrito se encuentra en perfectas condiciones, tiene todas sus vacunas, así que se lo puede llevar a casa y estar tranquilo, lo único que le aconsejo es que sería bueno que lo lleve unos días al campo o al mar, que era donde él vivía antes, quizás extraña esos lugares y un poco de aire fresco también le haría muy bien a los dos.
Clementino sale contento con Baltasar hacia su casa, pero al llegar el pequeño perrito otra vez empieza a llorar, incluso no quería entrar, él se asombra por lo que ocurre, lo alza, lo acaricia e ingresan, pero notaba que el caniche no se le despegaba un minuto de su lado, como si sintiera algo que él no podía percibir, entonces se detiene un segundo y sin dudar entra a su habitación prepara una valija, y sin olvidarse el alimento, el canasto y el plato de Baltasar, salen en su auto camino a la casa que tiene en Santa Teresita, para disfrutar del sol y el aire puro.
Pasan unos hermosos días, y como veía que Baltasar estaba bien decide emprender el viaje de regreso a Villa Luro. Al llegar todo estaba tranquilo, pero al caer la noche el perrito otra vez comienza a llorar y caminar de aquí para allá, en ese instante Clementino comienza a pensar si será cierto eso de que los perros tienen un sexto sentido y quizás siente la presencia de su difunta esposa.
Al siguiente día se levanta y llama a un técnico para que coloque una cámara que registre lo que sucede en el sector donde dormía Baltasar. Llega la noche y otra vez lo mismo, su perro ladra y ladra. Se levanta temprano, se pone a mirar el video que se grabó y ve un suceso extraño, la camita de Baltasar parecía moverse y observó como el perro le ladraba y lloraba yendo de un lado a otro.
Ese hecho lo asombró tanto y aunque creía que se debía al espíritu de su querida Blanquita decidió poner en venta su casa y mudarse definitivamente a la tranquila ciudad de Santa Teresita con su nuevo compañero de vida.
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